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Ecológico, local, de temporada: ¿Qué impacto tiene sobre mi salud?

Manuel León

22 marzo 2023

"Limitar los alimentos demasiado grasos, dulces o salados": ¡Ya nos sabemos la teoría! Pero, ¿qué pasa con los alimentos ecológicos? ¿Realmente podemos dirigirnos a ellos con los ojos cerrados? ¿Cuál es la diferencia entre un tomate ecológico y uno convencional y, sobre todo, qué consecuencias tiene para nuestra salud? Aquí te dejamos una breve descripción de que son los alimentos ecológicos, lo que hay detrás del término y las preguntas que hay que hacerse antes de comprarlos.

COMER MEJOR, UNA CUESTIÓN CRUCIAL

Para muchos españoles es cada vez más complicado acceder a buenos productos: frutas y verduras frescas o productos lácteos de calidad. ¡Sin hablar de los alimentos ecológicos! Comer sano no siempre es fácil, ya sea por falta de presupuesto, de tiempo o de conocimientos de cómo preparar un plato equilibrado.

Pero, ¡la alimentación desempeña un papel esencial en nuestra salud! Las consecuencias de una mala alimentación son numerosas: carencias, obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes e incluso cáncer.

¿Cómo podemos comer mejor? No existe una fórmula mágica, pero cocinar tus propios platos sin recurrir a productos industriales y elegir productos de temporada (en la medida de lo posible) ¡ya es un buen comienzo!

En cuanto a la agricultura ecológica, aunque sin duda es mejor para el medio ambiente, también hay cositas que contar. Como se suele decir, no todo es de color de rosa (o verde, por seguir con el tema). Te lo explicamos.

ECOLÓGICO: ¿LA CURA DE TODOS LOS MALES?

Tomemos nota y evitemos sorpresas. ¿Qué es la agricultura ecológica? 🤓

La agricultura ecológica es simplemente una agricultura razonable, que no utiliza ni fertilizantes ni pesticidas sintéticos. Los cultivos sin suelo están prohibidos, así como los OMG (Organismos Modificados Genéticamente): “la agricultura ecológica es más respetuosa con el suelo y la biodiversidad”.

Sin embargo, la agricultura ecológica no está 100% libre de pesticidas. Algunas sustancias naturales están autorizadas, como la mezcla bordelesa, la purina de ortiga o el vinagre. ¡No te preocupes! En España estas sustancias están muy reguladas y son seguras para el consumo humano.

Sin embargo, los productos ecológicos (industriales y procesados) -como las galletas o los platos precocinados- pueden no ser mejores para la salud y contener tanto azúcar o grasas malas como los productos convencionales. La diferencia está en el número de aditivos permitidos en los productos ecológicos, hay menos de 50 frente a más de 300 que se encuentran en los productos convencionales.

Hay que tener cuidado al pensar que la etiqueta ecológica garantiza una mejor calidad nutricional: un producto ecológico procesado puede contener azúcares añadidos, cereales refinados o aceite de palma.

En cambio, en el caso de los productos frescos (frutas, verduras, cereales, etc.), la conclusión es clara: son mucho mejores para nuestra salud que los productos convencionales. Sin químicos, sin OMG (Organismos Modificados Genéticamente), con más cosas buenas (por ejemplo: más antioxidantes). ¡Es un valor seguro!

ACABAR CON EL DOLOR DE CABEZA EN EL SUPERMERCADO

Ecológico, local, ético, de temporada... En un mundo ideal, todo el mundo podría comprar únicamente productos ecológicos, locales, de temporada y, por supuesto, sin envases. En realidad, cuando intentas tener cuidado con los productos que consumes, hacer la compra puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza 🤯.

¿Es mejor comprar zanahorias que proceden de una granja local, pero no son ecológicas o zanahorias ecológicas, pero proceden de otro país y han viajado mucho más que nosotros en los últimos dos años?

Por desgracia, no existe una respuesta universal. Todo depende de tus prioridades, de tu presupuesto y, sobre todo, de las fuentes de abastecimiento que tengas cerca: ¡no todo el mundo vive en una gran ciudad, con tiendas ecológicas o que venda productos a granel!

Desde el punto de vista de la salud, siempre es mejor elegir productos crudos a los procesados, aunque no sean ecológicos. Al cocinar tus propios platos evitas los azúcares añadidos, colorantes, conservantes y otros añadidos que se encuentran en los productos industriales.

Si no puedes comprar todos tus alimentos en una tienda ecológica, cíñete a lo ecológico para las frutas y verduras que suelen estar muy procesadas (por ejemplo: uvas, fresas, manzanas, zanahorias, pimientos o coles) y la carne, si la consumes.

Desde un punto de vista ético y ecológico, se plantea un dilema. Las verduras ecológicas importadas del otro lado del mundo no habrán sido procesadas, sino que tendrán que ser almacenadas, refrigeradas y transportadas en barco o avión hasta nuestras estanterías, lo que aumentará su huella de carbono.

Por otro lado, las hortalizas convencionales producidas localmente tendrán menos impacto, ya que apenas requerirán transporte. Sin embargo, es probable que se traten con productos fitosanitarios (mezclas químicas que contienen una o varias sustancias activas y otros ingredientes).

En este caso, los productos convencionales locales tendrán una ligera ventaja sobre los ecológicos importados, pero sólo si se trata de frutas o verduras de temporada cultivadas al aire libre, ya que, la producción en invernaderos con calefacción es catastrófica para el medio ambiente...

Lo mejor es buscar y consumir siempre frutas y verduras de temporada. Sean ecológicos o no, los alimentos de temporada requieren menos transporte y almacenamiento. Si puedes, compra los que tengan una cadena de distribución lo más corta posible, incluso directamente del agricultor. Además de comprar productos de calidad, apoyas directamente las ganancias de los agricultores.

Por eso, si ya has agotado todas las recetas con puerros de este invierno y sólo sueñas con un buen pisto, ten paciencia... Cultivar tomates en pleno invierno requiere mucha energía, ya que, crecen en invernaderos con calefacción y rara vez al aire libre (la mayoría de los cultivos fuera de temporada se realizan en lana de roca. Sí, la misma lana de roca que se utiliza para aislar los edificios 😱).

De esta manera, se utiliza una gran cantidad de electricidad y agua para verduras que apenas verán el sol y no tendrán los mismos nutrientes ni el mismo sabor que las verduras de temporada. Según un estudio reciente, un kilo de tomates producido en un invernadero con calefacción emite 2,196 kg de CO2, frente a los 0,177 kg de un kilo producido en un invernadero frío.

Así que un tomate de invierno no tendrá buen sabor, ni será bueno para la salud, y menos aún para el medio ambiente. Quizá merezca la pena darle otra oportunidad a la Fondue de puerros mientras esperamos al verano, ¿verdad?

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